jueves, 15 de enero de 2009

El ambiente puede ser peligroso para su salud I

Recuerdo que cuando yo era niño las señoras decentes no entraban en los bares con cortinas al exterior, como era entonces el celebérrimo "Chicote" de Madrid, porque en ellos se trapicheaba y había mujeres de mala fama que podían contagiar a todas las que entraban.

Por razones obvias, los primeros bares gays, medio clandestinos y sujetos a redadas antes de 1978, y los que vinieron después, fueron y son en su mayoría invisibles desde el exterior, lo que no dejaba de tener su morbo cuando eran casi la única institución en la que encontrar y encontrarse en relativa seguridad. Ninguno de los que entraba podía aducir creiblemente que "se había equivocado", mientras que todos los que allí se exhibían con seguridad buscaban algo y eran buscados. Los bares eran, junto a las saunas, "el ambiente" y la peregrinación por los favoritos se convirtió en un ritual, diario para algunos, que ayudaba y fortalecía la identidad, permitía encontrar amigos y parejas, sentirse entre iguales y hasta relajarse.

También desde el principio los bares y sus hermanas las discotecas tuvieron, unos más que otros, muchos problemas: mal alcohol, precios abusivos, aire tóxico, musica mala y/o ensordecedora, horarios absurdos, decoraciones cutres, deficiente seguridad etc.... Pero al final había que aguantarse porque eran lo único que había y por ellos desfilaban todos, altos y bajos, jovenes y viejos, guapos y feos.

El "ambiente" actual es hostil para los gays de cierta edadEn los últimos veinte años, sin embargo, las cosas han cambiado mucho: internet, asociaciones, mayor tolerancia social, el envejeciemiento de toda una generación de gays total o parcialmente fuera del armario y su relevo por nuevas generaciones de jóvenes mucho más desinhibidos han transformado el ambiente hasta hacerlo mucho más grande y variado, pero también menos acogedor y bastante menos recomendable, especialmente para los viejos.

Hoy hay decenas de bares, discotecas, pubs y tiendas, todos altamente especializados en una determinada clientela, generalmente joven o muy joven, pero apenas cumplen la antigua función identitaria en una sociedad más abierta y aún menos la de búsqueda de pareja, actividad arrebatada casi en su totalidad por internet (o por las saunas) y no limitada al ambiente. Son ciertamente lugares de encuentro, pero de determinados grupos que acuden a ellos más como tribu urbana (los "osos" por ejemplo) que porque les haga realmente falta acudir allí. Los bares y discotecas son hoy día pasarelas de modelos profesionales, semiprofesionales y aficionados; los primeros se venden, los segundos se alquilan y los terceros desfilan para colocarse con las miradas de admiración. La impersonalidad se ha impuesto sobre la antigua familiaridad y las personas de edad son en la gran mayoría de ellos objetos invisibles, cuando no claramente molestos e indeseados.

¿Por qué ir a un lugar generalmente feo, caro, impregnado de humo, ruidoso, sin lugar donde sentarse y en el que la única actividad es sostener un vaso apoyado en una esquina?

De eso hablaremos en el próximo post

No hay comentarios: