miércoles, 24 de septiembre de 2014

ADIOS Y GRACIAS POR NADA

Mi post anterior ha resultado un acierto, pero es fácil acertar cuando simplemente se describe la realidad, en este caso la legal. Dicho en pocas palabras: no es posible legislar contra la gran mayoría social en circunstancias normales. La dimisión del sobrevalorado Sr. Ruiz Gallardón le honra hasta cierto punto, aunque creo que más bien se debe a orgullo herido y falta de apoyos dentro del partido que a una pretextada ética.

La retirada de la retrógrada ley del aborto que se pretendía imponer viene a corregir un error de la campaña del PP, empeñado en asegurarse hasta los votos más seguros con su habitual paranoia, y demuestra de nuevo que las conquistas legales no son baladíes, puesto que una vez establecidas tienden a consolidarse y a tener mayor aceptación. De aquí que se sea muy injusto cuando se ningunea al gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero como si las leyes del matrimonio igualitario, del divorcio o del aborto fueran simples tonterías, cuando han puesto a la sociedad española entre las primeras del mundo en cuanto a derechos individuales.

Es evidente que la mayoría del partido del gobierno no estaba en contra de la ley más que por razones estratégicas y de oposición, pero que se daban cuenta de que una regresión tan extrema no sólo podía causar pérdida de votos sino un cúmulo de problemas penales, legales y mediáticos de alto precio político.

Me resulta algo misterioso porqué el dimisionario se empeñó en una legislación tan absurda y sólo me lo puedo explicar por su coincidencia con el ideario más integrista. Siempre me dijeron que era en efecto ultraconservador, pero resultaba difícil de creer porque lo ocultaba con mejores formas que otros. Su partida es muy oportuna: como alcalde de Madrid dejó la deuda más elevada de la historia y a una sucesora tan catastrófica e integrista que también se ve obligada a retirarse, a pesar de sus fuertes apoyos. No puede decirse que ni su trayectoria política ni sus ideas hayan sido muy afortunadas.

Adiós caballero y gracias por nada.

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