lunes, 24 de enero de 2011

La verdadera contaminación


Sorprende la diligencia con la que la Sra. Botella tramita la denuncia por exceso de ruido de la fiesta del Orgullo Gay y la falta total de la misma cuando se trata de combatir la grave contaminación de Madrid denunciada por la UE, máxime cuando la fiesta dura un par de días y la suciedad del aire casi todo el año. Que detrás de todo esto hay ideología no puede dudarse, puesto que ni el ayuntamiento ni la ciudad pueden esperar ventajas reales de avergonzar al Orgullo, aparte de las intangibles espirituales en las que cree la Sra. Botella, mientras que si podrían suponerse mejoras en salud y habitabilidad si se limpiara un poco el aire, lo que implicaría reducir el tráfico y con él igualmente el ruido.

Algún día habrá que analizar por qué una fiesta reivindicativa se convirtió en pocos años en la más multitudinaria, divertida y popular de la capital de España, con mucha ventaja sobre cualquier otra. Tal vez porque hacía falta una, dado que las tradicionales verbenas son hoy día poco más que fiestas de barrio decadentes, San Isidro unas cuantas corridas de toros, el Carnaval algo artificial y, pese a los esfuerzos integristas, las siniestras celebraciones religiosas del estilo de las de Semana Santa nunca han prendido verdaderamente en Madrid.

Ese éxito ha contribuido a la normalización y aceptación de la diferencia más que muchas otras actividades y eso también es lo que molesta en determinados estamentos y despachos. Los medios reaccionarios llevan mucho tiempo haciendo campaña contra lo que ven como inaguantable provocación, que no otra cosa es para ellos que se pueda ser gay y "normal". Los pretextos que se usen para ponerle sordina o expulsarla a los márgenes son lo de menos.

La fiesta trae a Madrid mucho turismo y difunde una imagen cosmopolita y moderna de la ciudad, lo que no puede sino beneficiar a todos sus habitantes, mientras que la elevada contaminación del aire, también muy conocida fuera, da mala fama y retrae a visitantes y empresas, pero ya se sabe que el reino de algunos no es de este mundo sino de otro al que solo se puede llegar muerto.... tal vez por contaminación.

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