viernes, 23 de julio de 2010

Homosexualidad y enseñanza


No hay día sin que algún jerarca eclesiástico salga con alguna declaración en la que se condena la homosexualidad e indirectamente todo sexo no aprobado, que es muy poquito. Esta beligerancia, que tan bien habría venido para condenar los muchos casos de maltratos diversos a la infancia de los que son culpables los clérigos, no sólo está desviada científica y éticamente, no sólo es desconsiderada y a menudo cruel, sino también en gran parte inútil para lo que se pretende, al menos de boquilla, es decir, para evitar "caer en la homosexualidad".

Viene esto a cuento de la ocurrencia educativa de la Comunidad Valenciana, bendecida por los obispos y presentada como nueva aunque sea muy vieja: sustituir educación sexual por una demonización del sexo que promueva la castidad. Se ha practicado siempre en el pasado y hay constantes nuevas ediciones de la misma no sólo en España. Va de la mano con la oposición a "Educación para la ciudadanía", en la que se objetaba sobre todo a la presentación de la orientación sexual o de los diferentes tipos de familia como algo normal. El tabú antihomosexual es un ingrediente muy importante en la mezcla, como si de la pura información pudieran surgir virus que "contagiaran" la homosexualidad a los inocentes niños en edad escolar.

Los jerarcas y sus acólitos siguen viendo la homosexualidad como "opción", aunque no lo sea, pero no les queda más remedio, puesto que lo contrario sería reconocer que una moral basada en la Biblia es irracional y a veces poco ética. Más aún, ven la libertad individual en estas cuestiones como algo muy peligroso para el monopolio moral que se arrogan y pretenden mantener desinformados y asustados a los más posibles durante todo el tiempo posible.

Estas ocurrencias son malas porque sus resultados serán más ignorancia, más miedo, más contagios venéreos y/o del VIH y más embarazos no deseados, pero en modo alguno la deseada castidad o la sumisión a los mandatos de una jerarquía que constantemente se desprestigia a sí misma con la hipocresía, la doble moral y el silencio ante delitos económicos, ecológicos y administrativos de los que esta misma comunidad es ejemplo flagrante.

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