jueves, 8 de julio de 2010

Envejecer


Los años no perdonan a nadie; cualquier bello o bella joven se convertirá fatalmente en persona de edad antes de lo que piensa y mucho antes de lo que querría. Sin embargo, hay diferencias en el proceso: mientras que algunos parecen hacerlo con gracia y distinción otros se convierten en burlas de sí mismos, caricaturas afeadas de lo que una vez fueron. A esto se puede llegar por pura genética, pero se consigue más frecuentemente por simple mal gusto. El adolescente que se mira y remira en el espejo hasta corregir el más pequeño defecto, parece perder por completo su sentido crítico con el paso de los años y convertirse en el anciano que se abandona o que pierde la capacidad de ver lo que realmente se refleja en el cristal.

Un modo seguro de conseguir esta miopía es el de apegarse a una cierta imagen exitosa de sí mismo obtenida en algún momento de la vida, sin darse cuenta de que en las diferentes fases de la misma todo debe adaptarse a la edad y los cambios del cuerpo. Basta ver la apariencia patética de algunas viejas figuras del rock cuya vestimenta y cortes de pelo antes revolucionarios y ahora invariables se superponen a pellejos arrugados y ojos sin vida.

Por el barrio de Salamanca de Madrid suele pasearse una mujer que debe andar por los 70 cuya delgadez original se ha transmutado en apariencia esquelética, percha sobre la que cuelga modas atrevidísimas que incluyen breves minifaldas. Debió ser una joven similar a Audrey Hepburn en el tipo y seguramente aún presume de conservar el mismo peso que tenía a los veinte años, pero el resultado a la hora presente es el miedo que sienten los que la observan a que se quiebren los palillos sobre los que camina.

Cuando yo era joven los viejos lo parecían más a base de ropas negras y poco cuidado, ahora hay algunos que por huir de la vejez se refugian en el espanto.


No hay comentarios: