viernes, 4 de septiembre de 2015

NEGATIVISMO

Ya se sabe que hay dos formas de ver un vaso lleno hasta la mitad: medio vacío o medio lleno y, aunque es el mismo hecho, eso caracteriza a las personas como pesimistas u optimistas. Aplicado a la vida real el cliché no es tan simple porque las situaciones son mucho más complejas y llenas de matices, pero sigue siendo verdad que nuestra felicidad individual y colectiva depende bastante de cómo encaramos los problemas y contradicciones que inevitablemente nos rodean.
Los medios de comunicación en general, especialmente los menos serios, tienden al titular de brocha gorda, lo que quiere decir que resaltan el escándalo y la catástrofe y, por desgracia, lo mismo sucede en las redes sociales actuales, por las que se difunden las obsesiones, las fobias, las frustraciones y las envidias de numerosos individuos. Si en los medios existe un poco de filtro en las redes no existe ninguno, de modo que, si no elegimos muy bien, nos veremos bombardeados con toda clase de rumores malignos, insultos, descalificaciones e informaciones sin contraste alguno, frecuentemente por completo falsas y distorsionadas.
Si caemos en la trampa de tomar medios y redes como oráculos y no aprendemos a tomar distancia y buscar opiniones y datos diversos correremos el riesgo de caer en depresión profunda, porque la conclusión final es que el mundo nunca ha estado peor, nuestra vida se orienta irremediablemente al fracaso y la felicidad es un concepto abstracto sin realidad alguna.
Según épocas y circunstancias personales hay también más o menos pesimismo, a veces con razón, otras no tanto, pero sea cual sea la situación una regla de oro de higiene mental es no dejarse dominar nunca por sentimientos negativos sobre cosas y personas. Empezar pensando mal, partir de la base de que no existe solución alguna para lo que sea, recrearse en el propio sufrimiento, desconfiar por sistema de todo y todos e imaginarse impotente bajo poderes aplastantes son actitudes nefastas que garantizan justo lo que se proponen: enemistad, fracaso, frustración e infelicidad.
Lo colectivo no se diferencia tanto de lo individual; tan tonto es creer que se vive en el mejor de los mundos posibles, como pensar que nos ha tocado la peor época o el peor país, actitudes que se generalizan especialmente en tiempos de crisis y que se refuerzan con la repetición constante, los titulares negativos y las estadísticas fuera de contexto.
El negativismo es destructivo porque paraliza y da coartadas a los que no quieren o temen buscar soluciones; libera de responsabilidades y cultiva el asentimiento fácil, pero impide ver la realidad, que suele ser más matizada, menos catastrófica y sujeta a cambios posibles con mucho o poco esfuerzo.
Es bueno huir de los individuos negativos porque acabarán afectándonos tarde o temprano con su constante pesimismo, pero también debemos intentar generalizar actitudes sociales positivas que tiendan a identificar problemas correctamente y a resolverlos. Los cielos y los infiernos están más en la actitud que tomamos ante la realidad que en la realidad misma.

No hay comentarios: