domingo, 15 de julio de 2012

LA MALDAD DEL ARMARIO

Uno de los objetivos de los reaccionarios, especialmente de los que se inspiran y amparan en supersticiones/religiones, es el de devolver la homosexualidad a la invisibilidad. Tratan de presentar una visión teórica de la sociedad en la que todos son héterosexuales, monógamos, padres y madres de familia y con género acorde a su sexo biológico. Todo lo que no se ajuste a este patrón debe ser considerado "anormal", "patológico" o ser simplemente silenciado, ignorado y, por supuesto, despreciado. Esta ideología es la que alienta las descalificaciones de los desfiles del orgullo, los insultos públicos a transexuales y la oposición a cualquier clase de igualdad o protección legal de minorías sexuales o de cualquier otra clase.

No cabe duda de que que estas actitudes son ideológicas, de que estas ideologías provienen de dogmatismos religiosos y de que estos dogmatismos inspiran y se alían con ideologías políticas reaccionarias próximas al fascismo sociológico o al fascismo puro. Los intentos de diálogo con personas mantenedoras de semejantes posturas son inútiles, porque la intolerancia no es conducente a ninguna clase de entendimiento, lo que no quiere decir que los intolerantes sean tontos o estén confusos sino que tienen unas metas muy claras y concretas: la conformación de una sociedad conservadora ajustada a sus normas.

Una sociedad como la que ellos patrocinan tendría también homosexuales, prostitución y pornografía, como sucedía en los reprimidos tiempos del pasado, pero todo bajo cuerda, en silencio y tras las bambalinas, con ventajas para los ricos y poderosos y con desventaja para los demás. Una sociedad represiva como esta, con armario para todos, da grandes privilegios a los que pueden utilizar cualquier característica "negativa" para chantajear o adelantar a otros, al tiempo que permite casi cualquier cosa a los que disfrutan del poder suficiente.

La visibilidad es un insulto directo a la hipocresía y el machismo de las sociedades católicas mediterráneas, en las que la mentira se considera una virtud porque lo que no se nombra o no se reconoce simplemente no existe. Es mejor "no hablar" de algunos temas para "no herir" la susceptibilidad de personas que pueden ser hasta los mismos padres y familiares de los interesados, que así no tienen obligación alguna de darse por enterados y pueden continuar viviendo felices y fingir ante vecinos y amigos que sus hijos o hijas siguen solteros por no haber encontrado la persona adecuada o con cualquier otro pretexto, pero que de ninguna manera son "anormales", con todos los problemas de contagio y culpa que tal cosa traería para progenitores y otros parientes.

Todas las personas LGTB deben darse cuenta de que el armario, la ocultación y a veces hasta las buenas formas que les quieren imponer con diferentes excusas son solo cadenas, grilletes físicos y mentales para que no puedan expresarse, sentirse como los demás seres humanos, trabajar, amar y vivir la vida de la forma que cada uno elige. El armario no solo oculta la realidad de la diversidad social y sexual a la mayoría sino que destruye la dignidad y la autoestima de los individuos forzados a vivir en él.

No se puede ser complaciente y ni siquiera educado con prelados, políticos, periodistas y cualquier persona que insista en el silenciamiento, la descalificación o la opresión. Hay que denunciarlos como lo que son: reaccionarios, sectarios, fascistas, integristas y violentos, puesto que sus posturas, muchas veces de hipócrita dulzura, justifican la violencia de otros.


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