viernes, 1 de mayo de 2009

El fin que justifica los medios


En un comentario al vídeo que hice cuando el Vaticano no quería firmar la recomendación de la ONU para la despenalización universal de la homosexualidad, uno de los muchos fanáticos al uso me acusa de “intolerancia” por no respetar opiniones ajenas.

La ortografía y redacción del comentario no dejan lugar a dudas sobre la mucha falta que a este individuo le haría leer, aunque fuera propaganda, ni sobre la difusión de prejuicios a base de mentiras, exageraciones y deformaciones, con el único fin de descalificar.

Mentiras y propaganda antigayLas iglesias cristianas más reaccionarias están dedicadas a esta antievangélica labor con el fin de mantener un monopolio moral que imponga sus normas a toda la sociedad, aunque el fundamento de las mismas tenga poco que ver con la razón y la ciencia. Con un pretexto ético se utilizan métodos absolutamente inmorales en los que vale todo, por ejemplo:

La homosexualidad se identifica con pedofilia, irresponsabilidad social y sexual, enfermedades, infelicidad, vida corta, criminalidad y drogas.

Se habla de la homosexualidad como de una “opción” y se da por supuesto que se puede abandonar, o como de una “desviación” tratable y curable.

Para justificar todo lo anterior se citan estudios y estadísticas sesgados, deformados o falsos.

Se lanzan mensajes alarmistas sobre la corrupción infantil, el fin de la familia y la amenaza que pesa sobre el matrimonio.

Se aduce falta de libertad de expresión, acoso y persecución cuando se denuncian sus mentiras y se les acusa de homofobia.

Para los fundamentalistas de toda laya los derechos LGTB son un tema muy sensible, porque creen que pueden apoyarse en los difundidos prejuicios machistas para ganar una influencia social que pierden con rapidez.

No hagamos caso de lágrimas de cocodrilo y de frases tales como: “yo respeto a los gays, pero…” Son nuestros derechos humanos los que están en juego.

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