martes, 12 de junio de 2007

El Orgullo


Mi amigo Fermín, que es el paradigma de gay mayor y contradictorio que tanto abunda, me decía el otro día algo que muchos homófobos repiten: "Eso del orgullo gay me parece una tontería: ser gay no es para estar orgulloso ¿acaso somos mejores que los demás?"

La visibilidad no es capricho sino necesidadCierto que no, querido y equivocado Fermín, los gays no somos mejores, pero tampoco peores. Lo del orgullo puede ser discutible, pero sólo en términos semánticos: es una traducción de "Gay Pride", que como tantas cosas es una iniciativa nacida en los Estados Unidos y copiada con gran éxito en el resto del mundo. El término en inglés es un poco menos intenso que en español, pero no me parece que esto sea muy importante. Con él no queremos decir que estamos por encima de nadie, sino que está bien ser como somos, que no nos avergonzamos, que salimos a la luz y que no pedimos, sino que exigimos los derechos que nos corresponden como seres humanos y ciudadanos que pagan impuestos, que no estamos enfermos, ni somos más viciosos o inmorales que los héteros.

No hace mucho tiempo que Fermín decía que los desfiles y la visibilidad no le gustaban "porque así provocamos a los que nos odian". No hay que decir que mi amigo es muy conservador en general y que, aunque él no lo pondría en estos términos, es de los que odian pertenecer a una minoría.

Los que son como Fermín han procurado pasar desapercibidos toda la vida y están contentos con una existencia más o menos esquizófrenica no exenta de paranoias ocasionales, por eso tampoco son conscientes de que muchos de los que les sonríen por delante son de los que más se ríen de ellos por detrás, que su discreción es inútil para desarmar la homofobia y de que la visibilidad es la vía hacia la normalización. Viniendo de donde vienen es explicable, pero sus argumentos provienen del miedo antiguo y de prejuicios sociales muy arraigados y bien interiorizados por el niño que creció para encontrarse gay... Mal de su grado.

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