sábado, 7 de marzo de 2009

Gays y sexo


El sexo define la homosexualidad, pero un homosexual no es sólo sexo. Esta verdad de perogrullo no es siempre clara para muchos gays mayores demasiado acostumbrados a vivir en un mundo subterráneo en el que casi todas las actividades giraban alrededor del ligue y en el que éste todo lo explicaba y excusaba.

No es tan raro encontrarse con individuos que echan de menos la época de la represión "porque durante ella se ligaba mejor", "los tíos no eran tan escrupulosos", "había más compañerismo y solidaridad", etc. Me recuerdan frases similares oídas a héteros en países ex-comunistas sobre su triste pero "seguro" pasado. En ambos casos no es que los que así hablan quieran volver a la opresión, sino que idealizan hechos de cuando eran más jóvenes, aunque basados en la realidad: el que tiene que fingir, ocultar y disimular su condición en todos los aspectos de la vida, se desata en cuanto tiene ocasión, necesita desatarse para poder seguir viviendo. El mismo individuo puede ser un hombre retraído, convencional y conservador durante el día, para transformarse en aventurero, experimentador y sin freno durante la noche, pero sólo en los garitos y círculos cerrados en los que sacia su particular necesidad, alrededor de la cual todo gravita y todo se permite.

La orientación sexual no es sólo sexo"En el caso de los gays, la imposibilidad o los problemas que causaba la visibilidad para la mayoría traslada esta esquizofrenia a los afectos: se pueden tener relaciones sexuales con otro hombre, pero no ser su amigo, amarlo, vivir con el, ser reconocido como pareja etc. Algunos pueden llegar a creer que "amar a otro hombre es imposible" porque los gays "siempre buscan sexo, hablan de él, quieren cambiar, son promiscuos" y demás expresiones de una sexualidad exclusiva o desatada.

Demasiadas veces la cultura gay predominante ha aceptado esto como un hecho incontrovertible, incluso en los cambiantes tiempos actuales, pero en una situación legal y social mucho más favorable, de visibilidad creciente, ciertos comportamientos y actitudes no tienen el mismo sentido.

Es posible que naturalmente todos los hombres sueñen con ser promiscuos y que algunos lo sean, pero la mayoría habla mucho y hace poco, se enamora, se casa, se divorcia, es infiel, es fiel, buen o mal marido, padre dedicado o distraído, etc. Como aparte de su orientación sexual los gays no son diferentes del resto de la humanidad, pueden plantearse una existencia igual o muy parecida a la de sus compañeros héteros, sin hacerse demasiadas cábalas respecto a su especialidad. Los jóvenes experimentarán más, pero no cerrarán la puerta al amor, la estabilidad y hasta a la paternidad, sin necesidad de comprometer a una mujer inocente.

Esta "normalidad" no es siempre bien aceptada o comprendida por gays mayores cuya psiquis es una complicada mezcla variable de viejos temores, homofobia internalizada y explicaciones románticas sobre lo "especial" o lo "liberal" de su condición. La normalidad les fue hurtada y no pocos siguen viviendo en un gueto mental en el que todo se define por el sexo ocasional y se reduce a él. Hace falta una cierta valentía para salir de lo trillado y ver que hay otras posibilidades, que empiezan por ver el mundo y su condición sin los anteojos casi exclusivamente sexuales del pasado.

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