
Las desfasadas creencias del cristianismo mayoritario, así como las de otras religiones aún menos evolucionadas, mantienen contra viento y marea esta visión falsamente natural, tan en contra hoy de los conocimientos científicos como el creacionismo bíblico, conservado aún contra toda evidencia por los literalistas. Tienen que hacerlo para sostener dogmas y reglas morales en los que basan su decreciente influencia, porque el reconocimiento de que sus tradicionales tabúes sexuales no tenían demasiado sentido les quitaría la poca autoridad moral que aún les queda.
Esta visión se impone hasta a los que deberían reconocerse distintos, pero que no lo hacen por el respeto supersticioso a su jerarquía, por condicionamiento educativo y la deformación del miedo. Es posible por esto ver a "Ex-Gais" que afirman imposibles curaciones o que confiesan su atracción prohibida y predican la castidad como si fuera una virtud y no una negación a menudo perversa de la verdadera naturaleza.
Paralelamente se hacen disquisiciones sobre la radical diferencia de los sexos, se confunden con el género y se afirma que la orientación sexual es "una creación cultural", cuando son ellos los que intentan condicionar la naturaleza para que obedezca a su artificio. ¿Dónde sucede esto? En el Vaticano,por supuesto, donde ahora hay una conferencia sobre estos temas y donde habrá muchas más para incidir en lo mismo, favorecer movimientos como los de la regresiva Francia del presente e intentar sabotear en lo posible la tendencia a la igualdad.
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