
En una sociedad cada vez más alejada de creencias y obediencias, con un clero decrépito y niveles de credibilidad y confianza bajo mínimos, estas pretensiones son absurdas, pero muestran la considerable ceguera que aqueja a una organización y una jerarquía que han vivido mayoritariamente de espaldas cuando no en contra de la mayoría social. Las afirmaciones que se hacen en el currículo publicado en el BOE y su redacción misma son prueba fehaciente de prepotencia, orgullo y falta de realismo, con una voluntaria confusión entre religión y educación, como si ésta fuera imposible sin aquella, y entre moral católica y ética, como si la segunda fuera dependiente de la primera.
Después de muchos siglos de comportarse como ahora lo hacen los islamistas más bárbaros y desaforados, y tras la debacle que supuso la lenta separación de iglesia y estado a lo largo de los últimos 200 años, el Vaticano y otras organizaciones afines quieren aparecer como lo que no han sido, es decir, tolerantes, dedicados a la caridad y origen de la democracia y los derechos humanos. El marketing en este sentido es intenso, repetitivo y a veces inteligente, pero mentiroso y deformador de la historia, sin que quepan demasiados subjetivismos. Las iglesias nunca condenaron la esclavitud, la pena de muerte o la guerra hasta el siglo XIX y las siguieron excusando hasta más tarde, persiguieron a herejes, no creyentes y minorías varias con ferocidad, mantuvieron a la mujer como ser inferior y destruyeron incontables obras de arte por "idolátricas", igual que los salvajes que aparecen en el vídeo de Mosul. Es una suerte relativa que el vídeo sea una invención moderna, pero hay abundantes pruebas de la barbarie sin necesidad de imágenes.
Claro que siempre hubo cristianos más humanos y comprensivos y que las barbaridades no son exclusivas de las iglesias, pero esto no es una excusa y no explica nada. La sociedad civil puede entenderse perfectamente sin religión, la educación ética y científica no tiene nada que ver con ella y los intentos de imponer currículos confesionales directa o indirectamente a toda la población deben denunciarse como intromisiones injustificadas, cuando no como claros atropellos. Claro que, según los obispos España es un estado confesional, pero no laico, extraña diferencia que se traduce como: La Iglesia Católica tiene privilegios adquiridos y las demás deben ser solamente toleradas.... igual que los no creyentes, a los que hay que ignorar y silenciar en lo posible.
La instrucción religiosa no tiene lugar alguno en la escuela; ya es bastante grave que haya padres que fuercen dogmas en las mentes infantiles sin reparar en las consecuencias.
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