A toro
pasado, y nunca mejor dicho, vuelvo sobre un tema que siempre me interesa,
aunque no como parece impresionar a otros. Se trata del folclore en general y
de ciertas fiestas tradicionales en particular, como la muy bárbara del
"Toro de la Vega" de Tordesillas, ejemplo vivo de la completa falta
de sensibilidad humana y estética de la que hacen gala algunos pueblos y
personas, con independencia de las ideologías políticas al uso. Demostración
palpable de que sigue sin entenderse en qué consiste lo político, es decir, el
gobierno de la Polis, la administración
de la ciudadanía, vivir en comunidad con armonía. Hay muchos habitantes del
planeta que aún piensan que se trata solo de una cuestión de poder, de
impuestos y de confianza o, peor aún, de a ver "quién da más", sin
consideración alguna por cuestiones éticas, de derechos humanos o de buen trato
a la naturaleza y a los seres que la comparten.
Si la falta
de sensibilidad se une a los complejos de identidad se padece el "síndrome
folclórico", es decir, la idea de que una celebración particular, una
música o un baile son sagrados, irrenunciables y eternos, so pena de ofender a
los dioses telúricos, de modo que la fiesta o fiestas de marras se convierten
en monstruos sagrados no criticables, especialmente por los forasteros
"que no entienden de qué va", o que simplemente no tienen derecho
alguno a opinar, sea sobre la tortura gratuita de animales, las plúmbeas danzas
en corro, las flautas chirriantes o las imágenes de ídolos enjoyados paseadas
por las calles entre la beatería y la superstición.
Poca gente
sabe que una gran parte del folclore más popular considerado milenario es en
sus formas actuales relativamente
reciente y que, de todas formas, tenía sentido en sociedades pobres, tradicionales
y relativamente aisladas en las que la diversión era escasa y la abundancia
excepcional, por no hablar del analfabetismo dominante. La machada de perseguir
y matar un toro a lanzazos tal vez tuviera sentido cuando había que seleccionar
guerreros, pero hoy día, cuando se ve hacerlo a un señor que normalmente
trabaja de camionero, es solo una barbaridad peligrosa, un mal ejemplo y una
muestra del peor gusto estético posible.
El folclore
auténtico de nuestros tiempos es la música pop, las modas urbanas y las
costumbres reales de la sociedad, no unas vestimentas raras, que solo breve y
excepcionalmente se llevaron de verdad, una música arqueológica y unos ritos
extraños y crueles que han perdido todo sentido. Está bien que lo estudien los peritos
para guardarlo en los archivos, pero creer que en él reside la
"cultura" local, regional o con complejo de persecución es solo falta
de interés por la cultura viva y adoración por fetiches casi siempre de dudoso
gusto.
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