
Los enemigos de la diversidad parten del postulado de que la puesta en cuestión del código moral por ellos considerado único se debe a una bien articulada “ideología de género”, sostenida por poderosos grupos de presión sociales y mediáticos que van desde Hollywood hasta la universidad, cuyo fin último no es otro que la destrucción de la familia y la difusión del ateísmo. La tal ideología es una creación contraria a la naturaleza humana que, como todo el mundo sabe se divide en dos sexos/géneros contrarios, invariables y destinados a la reproducción sin fin de la especie, único pretexto para la práctica de actos sexuales, por completo inmorales y contrarios a la naturaleza en cualquier otro contexto.
Las prédicas son variadas, pero todas giran en torno a la naturalidad o antinaturalidad del comportamiento denostado, calificativo que automáticamente convierte cualquier acción en lícita o ilícita, por ajustarse o no al plan divino, tan evidente y tan visible en la naturaleza perfecta que se cree percibir.
Estas prédicas se pueden denunciar como ataques, a veces bastante insultantes, contra individuos y minorías molestos para los que se erigen en ortodoxos, pero la discusión y el entendimiento con los que las profieren es imposible porque se parte de premisas diferentes y se hablan lenguajes mutuamente ininteligibles. Desde un punto de vista científico la naturaleza es contradictoria, llena de excepciones aparentes y muy lejos de ser benévola, pero no existe contradicción alguna en el hecho de que la función sexual sirva para la reproducción y también para muchas otras cosas. Desde un punto de vista dogmático la naturaleza es una máquina perfecta creada o inspirada por un ser aún más perfecto y los que no la vean así son intrínsecamente desordenados, desobedientes y pecadores al practicar acciones definidas a priori más que como malas, como prohibidas por el ser superior del que los gurús se erigen en intérpretes y representantes.
La identificación entre sexo biológico, orientación sexual, identidad sexual y rol de género es parte de ese dogma y, cuando se usan los términos anteriores, lentamente alumbrados por la investigación científica y sociológica se cae en la “ideología de género”, porque lo ortodoxo es hablar de hombre y mujer, masculino y femenino sin sombras ni dudas. Es decir, que informar y educar se iguala a pervertir a jóvenes y adultos que antes no distinguían y desconfiaban y ahora distinguen y comprenden.
Lo curiosos es que los predicadores se molestan cuando se los acusa de oscurantistas y difusores del odio… !Ellos que son todo amor!
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