
Hay una diferencia entre la toma de partido y el sectarismo tan evidente hoy día en las redes sociales, en las que los afines se comunican y se calientan mutuamente alabándose, "gustándose" y "compartiendo" afirmaciones e "informaciones" que son con frecuencia insultos, exageraciones o meros bulos sin garantía ni fundamento algunos. En ocasiones puede resultar animador y motivar, pero la reiteración de la hipercrítica acaba siendo negativa por destructiva y porque se disparan dardos sin diana.
La Gran Recesión ha sido y sigue siendo un período en el que muchas certezas se ponen en cuestión y en el que un cierto conformismo ha desaparecido, lo que puede beneficiar a la evolución social si la crítica es certera y se apunta a los verdaderos problemas buscando la solución, pero la agitación y el ruido por si mismos no aclaran nada e inducen más bien a la confusión. La idea de que toda protesta de cualquier manera está bien es infantil y se olvida de que los planes a largo plazo deben ser meditados y utilizar estrategia, táctica y marketing, porque en caso contrario los únicos que se engañan son los participantes en los cenáculos de la protesta, que se convencen unos a otros sin darse cuenta de que nadie más está convencido.
A estas alturas de la larga crisis muchos deberían darse cuenta de que las manifestaciones multitudinarias demasiado genéricas y excesivamente repetidas producen cansancio y frustración, de que una "revolución" es imposible por falta de armazón ideológica, organización, objetivos claros y apoyos concretos y de que el apuntarse a toda protesta acríticamente puede suponer y de hecho supone apoyar cosas enteramente contradictorias.
Hay muchas personas capaces de desfilar tras una pancarta, pero incapaces de afiliarse o colaborar en partidos y organizaciones con programas concretos, encantadas de dar gritos, pero reacias a votar porque ningún candidato es lo bastante puro para sus altos ideales, críticas de los privilegios ajenos que defienden los propios y un largo etcétera de gentes tan malhumoradas como confusas que están en contra de todo sin saber qué quieren realmente o que consecuencias tendría lo que quieren.
Hay que saber porqué se lucha y hay que diseñar planes para conseguirlo, sabiendo que se avanza paso a paso, escalón a escalón, en caso contrario lo posible se hace simplemente imposible.