Pocas cosas hay más irritantes que la ignorancia pretenciosa, es decir, hablar creyendo que se sabe, cuando en realidad se ignora. El que sabe que no sabe suele callarse y esperar a que hablen otros, el que cree que sabe hace el ridículo al hablar y quedar en evidencia. La Sra. Botella, que no sabe inglés, supongo que creía saberlo cuando se atrevió a hablar tan lamentablemente como lo hizo, pero aún así parece que no era consciente del grado de su ignorancia y que han tenido que recordárselo repetidamente para que penetrara en su mollera.
La Sra. Botella no es la única, muchos políticos, economistas y opinadores de este país y de otros se dedican a dogmatizar sobre esto o aquello sin ninguna idea clara de lo que hablan, confundiendo prejuicios y opiniones con verdades absolutas, sin tener en cuenta el sufrimiento que sus propuestas pueden causar cuando se ponen en práctica, pero el poder no hace a las personas más sabias, solo más pretenciosas y desde la arrogancia es difícil corregir la ignorancia o apreciar la crueldad que se ejerce sobre inocentes a los que se aplican altos principios teóricos que desprecian las realidades humanas, la libertad de las personas y la condición femenina, entre otras cosas.
La ridícula y retrógrada nueva vieja ley del aborto propuesta por el Sr. Ruiz Gallardón y aprobada por el PP quedará como ejemplo de ignorancia, sectarismo y obediencia a autoridades eclesiásticas sin ninguna autoridad legal, solo poderes fácticos respetados indebidamente por fanáticos. Una ley absurda con fecha de caducidad hasta las próximas elecciones, pero muy capaz de hacer sufrir a muchas víctimas conscientes, con la tonta idea de salvar seres inexistentes.
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