La obsesión de muchos políticos españoles de todos los partidos, jaleados por una tanda de periodistas y tertulianos más o menos irresponsables o ignorantes, es la de dar toda clase de ventajas a la juventud en abstracto, voceando e inflando constantemente las altas cifras de paro juvenil y propugnado toda clase de medidas, incentivos y desgravaciones fiscales para que los jóvenes encuentren empleo, pero sin analizar las causas profundas de un paro estructural, siempre elevado, que se agudiza en tiempos de crisis y que tenderá a hacerse peor en el futuro super-técnico que se avecina.
Esta obsesión subraya un problema olvidando otro: el de las muchas personas mayores de 45 años que han perdido un empleo y que no son de fácil colocación, pero para las que no se dan facilidades ni incentivos de ninguna clase y que parecen no existir para los “preocupados” comentaristas y gurús que se rasgan las vestiduras. Es como si ya hubieran tenido su oportunidad y la hubieran perdido, sin que a nadie le importen las consecuencias.
Las causas del desempleo en España y concretamente del juvenil son complejas, pero uno de sus principales factores es la deficiente formación, con lo que no quiero decir hoy día analfabetismo absoluto, pero sí algo que se le aproxima en el casi 30% de alumnos que no terminan la ESO y que son los más castigados por el paro. Junto a ellos hay un número considerable de otros chicos que estudiaron más, pero cuyas habilidades no tienen simplemente demanda; muchos sociólogos, historiadores o licenciados en políticas han salido de las múltiples universidades creadas en todas las ciudades de alguna importancia, para encontrarse que su salida son unas reñidas oposiciones a escasos puestos administrativos o trabajar de cualquier otra cosa.
Hay que decir que estos licenciados tienen, sin embargo, la oportunidad de estudiar más y seguir formándose para adaptarse a otros puestos y que muchos lo hacen, mientras que los que se aproximan al analfabetismo no la tienen por falta de ambición y costumbre.
La emigración es otra posibilidad, pero la posibilidad de hacerlo es más reducida de lo que la gente piensa, despistado el público nuevamente por las grandes proclamas y los siniestros titulares de periódicos. Hoy día, la emigración tipo años 60 de trabajadores españoles a fábricas del extranjero es prácticamente nula, porque no hay demanda, excepto de personal para restaurantes en algunos países; hay alguna demanda de personal sanitario bien formado, y mucha demanda de ingenieros y técnicos, pero estas dos categorías tienen también mucha más posibilidad de encontrar trabajo en España y las anécdotas que se cuentan de desempleo entre sus filas suelen ser de casos individuales o están bastante exageradas en cuanto al número.
El paro juvenil resistente es sobre todo el de los chicos mal formados o con una formación desajustada a la demanda en un mundo cada vez más técnico, en el que los sectores que necesitan mucha mano de obra necesitan cada vez menos.
Las soluciones no son ni fáciles ni a corto plazo, pero tienen mucho que ver con tomarse en serio la educación y formación práctica de todos, incluyendo los más desfavorecidos, y no discutir sobre el sexo de los ángeles y la religión en la escuela, por ejemplo.
¿Y los mayores? porque en ellos no se piensa, cuando muchos tienen experiencia acumulada y también son capaces de aprender…¿o se cree que a partir de los 45 años se tienen obstáculos insalvables? La formación continua es una de las condiciones del mundo presente y muchos mayores pueden aprender, menos impedidos por hormonas y calores juveniles, lo que se les quiera enseñar.
En vez de esto se plantean estupideces como la “jubilación obligatoria” a toda costa y a una edad fija, como si la salida del trabajo de unos fuera a dejar la puerta abierta a otros, lo que no tiene porqué ser así en ningún caso, además de privar a la empresa u organismo de personas con conocimientos y experiencia y cargar aún más los gastos de pensiones que más pronto que tarde van a ser impagables, porque ¡ay! Resulta que cada vez hay más personas mayores y menos jóvenes, y la solución no es fomentar familias numerosas en un mundo superpoblado, sino plantearse seriamente nuevos equilibrios socioeconómicos.
Mientras tanto dar gritos, mesarse los cabellos y hacer juvenil-populismo ni arregla problemas ni posiblemente da votos, porque los mayores también votan más.