He dicho ya en posts anteriores que una de las mayores tonterías que se repiten en la actualidad versa sobre la cantidad de personas que se manifiestan por A o por B. Parece que si hay mucha gente en una manifestación cualquier otra legalidad debe o puede ser ignorada o que la tal manifestación representa a la totalidad de la "opinión pública", pero para los que aún piensan racionalmente debería estar claro que una manifestación no es sino la expresión de "una" opinión y que, por muy numerosa que ésta sea, no puede ni debería nunca sustituir la legalidad de la representación parlamentaria, por mucho que algunos hoy día consideren que esta representación es imperfecta o que no los representa en absoluto, dado que la alternativa es que que cualquier grupo bien organizado puede arrogarse casi cualquier representación y acabar con cualquier democracia.
La manipulación de números se ha convertido en un deporte favorito de los que temen perder votaciones parlamentarias y quieren forzarlas con grandes demostraciones de masas que den la impresión de que su "mayoría" está siendo burlada por una minoría política irresponsable o malvada. Un millón o incluso dos millones de personas en las calles de una capital parecen razones suficientes para desautorizar cualquier ley y tildarla de "antidemocrática", cuando la realidad es que puede ser la manifestación la que intenta evitar que se extienda la democracia o que se acabe con injusticias palmarias.
Viene esto a cuento de la manifestación parisiense en contra del matrimonio igualitario, cuyas cifras muy sustanciales de 300.000 personas (convertidas en millonarias por los patrocinadores) de ninguna manera representan a la totalidad de una población de más de 65 millones. La manifestación, el ruido mediático, las peleas callejeras, los insultos contra la ministra de justicia y otros hechos similares forman parte de una bien orquestada campaña cuyo origen hay que buscar en la Iglesia Católica y a la que se han apuntado otras organizaciones como el Frente Nacional y parte de la UMP. ¿Significa esto que la mayoría de los franceses estén en contra de que se extienda el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo? Ciertamente que no, aunque esto es lo que se quiere hacer ver al llenar calles y noticias.
Sorprende la virulencia del asunto en la Francia laica, cuando en España y Portugal la misma iglesia organizó también masivas manifestaciones populistas, pero quedó finalmente aislada y no consiguió interesar a ningún sector de la población en su cruzada negativa, pero supongo que esto tiene mucho que ver con el nulo prestigio intelectual y social del catolicismo y su clero en los países ibéricos y con la división, amargura y falta de dirección de la población francesa, aumentadas por una interminable crisis que nadie parece poder dirigir o digerir.
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