
Las iglesias no son en general muy proclives a integrar descubrimientos científicos cuando no se ajustan a lo previamente dogmatizado, aunque el manido recuerdo de Galileo les ponga de mal humor. La Católica, como otras confesiones extremistas hace constante campaña contra todo lo que se engloba en "la ideología de género", vista como una perversión de la "ley natural" como la entendía Tomás de Aquino y, dado que biología, psicología y sociología no son tan exactas como las matemáticas, es más fácil ignorar la evidencia científica acumulada para demostrar que la homosexualidad no se elige, no se suprime, no es una enfermedad, no es contagiosa, no se aprende, es minoritaria y no es un mal en sí misma, sino en la mente de los que la persiguen.
Como pura opinión de una iglesia podríamos ignorar estas salidas, pero no debemos hacerlo cuando se difunden falsedades tras la máscara de moralidad y se sigue deshumanizando a una minoría a la que se tilda de perversa y desordenada por no conformarse a lo imposible. Esperemos nuevas condenas en los días que vienen.
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