miércoles, 7 de septiembre de 2016

SOLEDAD

Muchos estudios grandes y pequeños demuestran algo que se ve sin necesidad de estadísticas: las personas solas y aisladas enferman más y mueren antes. Tampoco hace mucha falta explicar el porqué. Una persona sola, sin parientes cercanos o solícitos, sin amigos, vida social y objetivos vitales no tiene alicientes para vivir y es mucho más proclive a la depresión y al desarrollo de malos hábitos: falta de ejercicio, mala alimentación, tabaquismo, alcoholismo, etc.
Las personas mayores son las más amenazadas por la soledad y el aislamiento y las razones para esto son claras: viudedad, fallecimiento o alejamiento de parientes y amigos, fin de la vida laboral, limitaciones físicas, precariedad económica, etc. Pero amenaza no significa inevitabilidad; vemos mayores muy solos y abandonados y otros que se las arreglan para mantener intereses, amistades y actividades. El carácter individual es importante y también las condiciones de cada uno; no es los mismo vivir en una casa aislada en una urbanización que en el centro de la ciudad, por ejemplo, pero todos tenemos que ser conscientes de que muchos problemas empiezan de una manera sutil, casi imperceptible y que, cuando el que los padece se da cuenta, están ya enconados y son de difícil solución.
Los mayores LGTB+ pueden estar incluso más amenazados porque la mayoría no ha tenido hijos y en muchos casos las relaciones con la familia son frías o lejanas, aunque esto es también cada vez más corriente en toda la población.
¿Qué hacer, entonces?… ¡No rendirse! Ser consciente del peligro, atajar los síntomas desde el principio y hacer el máximo de lo que las condiciones físicas y económicas de cada uno permitan. Los amigos de una época pueden haber desaparecido, pero se buscan otros en gimnasios, asociaciones, grupos y programas para mayores. El retiro puede ser un aburrimiento, pero también la ocasión para hacer algunos viajes, dedicarse a hobbies antes imposibles y hasta a estudiar lo que gusta o no se pudo en su momento. También se puede visitar a personas que uno sabe que están solas y a veces aisladas por enfermedades. En todas las actividades se conoce gente, se habla, se ríe y se participa en la vida, que es lo contrario de recluirse en la soledad sin esperar nada.
Con una salud mediana o razonable no hay motivo alguno para no vivir como siempre, incluso mejor que antes, si se es consciente de que la soledad mata tanto o más que el tabaco.

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