Coincidiendo con la visita de Benedicto XVI a Brasil, se ha vuelto a convocar en Roma una de esas supermultitudinarias y superorganizadas manifestaciones que tanto les gusta convocar a quienes pierden elecciones. ¿El pretexto? LA DEFENSA DE LA FAMILIA, directamente amenazada por la timidísima ley de parejas de hecho propuesta por el gobierno de Romano Prodi, político tímido e ineficaz como pocos y católico muy practicante.
En esto de barrer para adentro siempre hay maestros en relacionar el culo con las témporas y la velocidad con el tocino. Que yo sepa, la familia sigue existiendo en todos aquellos lugares en los que existen leyes parecidas y mucho más avanzadas.
El problema es, claro, que esta ley permite adquirir ciertos derechos (pocos) a parejas del mismo sexo, que así no tienen que recurrir a un largo y costoso peregrinar por notarios y abogados para que, simplemente, se le deje a uno visitar al otro en el hospital, por ejemplo, sin incurrir en las iras y prohibiciones de alguna monja recalcitrante, de las que tanto abundan en Italia.
Reconocer a los gays como seres humanos normales con los mismos sentimientos no entra en los proyectos del Vaticano: uno debe reconocerse como desviado, hacer penitencia y/o someterse a descargas eléctricas de las que recomienda D. Aquilino Polaino para ser "normal", lo que según parece incluye una mente retorcida y excluye cualquier clase de comprensión.
En un mundo con tantos problemas y desafíos parece que el sexo, especialmente el homosexo, sigue siendo el único problema de la religión que algunos consideran única verdadera y de otras similares, lo que resultaría ridículo, si no siguiera causando la infelicidad de tantos que no comulgan con estas ideas.
En esto de barrer para adentro siempre hay maestros en relacionar el culo con las témporas y la velocidad con el tocino. Que yo sepa, la familia sigue existiendo en todos aquellos lugares en los que existen leyes parecidas y mucho más avanzadas.
El problema es, claro, que esta ley permite adquirir ciertos derechos (pocos) a parejas del mismo sexo, que así no tienen que recurrir a un largo y costoso peregrinar por notarios y abogados para que, simplemente, se le deje a uno visitar al otro en el hospital, por ejemplo, sin incurrir en las iras y prohibiciones de alguna monja recalcitrante, de las que tanto abundan en Italia.
Reconocer a los gays como seres humanos normales con los mismos sentimientos no entra en los proyectos del Vaticano: uno debe reconocerse como desviado, hacer penitencia y/o someterse a descargas eléctricas de las que recomienda D. Aquilino Polaino para ser "normal", lo que según parece incluye una mente retorcida y excluye cualquier clase de comprensión.
En un mundo con tantos problemas y desafíos parece que el sexo, especialmente el homosexo, sigue siendo el único problema de la religión que algunos consideran única verdadera y de otras similares, lo que resultaría ridículo, si no siguiera causando la infelicidad de tantos que no comulgan con estas ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario