
Tiene mucho que ver que estos partidos a veces se denominan cristianos y siempre han tenido una relación con ideas dogmáticas, pero la izquierda en general, que también ha sido en ocasiones dogmática y autoritaria, ha aprendido que la libertad individual es algo valioso y respetable, entre otras cosas porque dar derechos no significa quitárselos a nadie ni, como hacen los contrarios, obligar a hacer cosas que no se desean.
Basta ver que el reflejo inmediato de todos los partidos conservadores ha sido oponerse a los derechos LGTBIQ, con argumentos especiosos de “decadencia”, “corrupción" y “degeneración”, que obviamente no se han materializado en nada, y negarse a una mínima información con “pines parentales” y otros instrumentos, con el fin de mantener una apariencia social monolítica en la que no cabe la diversidad natural real.
Resulta indignante que se acuse a la diversidad de ser artificial e inducida, cuando no hay nada más falso que la imagen social que se cultiva, aplastantemente binaria y extraordinariemante hipócrita, pero esto también tiene mucho que ver con los deseos de conservar el patriarcado, con menos derechos para las mujeres y ningún derecho para los “diversos”… pobres, porque los ricos siempre han podido hacer los que les ha venido en gana.
El automatismo se ha vuelto a producir con motivo de la presentación de la ley de eutanasia. una ley bastante timorata y llena de cautelas, con afirmaciones que lindan con el ridículo y claramente con la mala fe, como que se trata de “ahorrar en pensiones”, como si fuera mandado eliminar a las personas a partir de cierta edad, aunque a nadie se le va a obligar ahacer uso de la ley y más bien va a ser difícil y requerir mucha voluntad el poner fin con fecha a la propia vida.
Algo que tiene amplia aceptación social en una sociedad muy secularizada debe regularse de forma racional y no dependiente de creencias dogmáticas impuestas, esta vez sí, por la religión mayoritaria, aunque hoy día sólo la practica una minoría.
No puede llamarse liberal quien no acepta el libre albedrío de los demás, de modo que haremos bien en pensar que el liberalismo de estos señores se reduce a la conservación de sus privilegios económicos y sociales y poco más, es decir a su libertad particular, pero no a la de sus conciudadanos.
En cuanto a los argumentos eclesiásticos más vale no hablar, porque son completamente irracionales.